Un hombre que tenía lepra se le acercó, y de rodillas le suplicó:
—Si quieres, puedes limpiarme.
Movido a compasión, Jesús extendió la mano y tocó al hombre, diciéndole:
—Sí quiero. ¡Queda limpio!
Al instante se le quitó la lepra y quedó sano.
En muchos casos estamos enfermos, no carnalmente sino espiritual con nosotros mismos o con personas que tenemos a nuestro lado sin saber por que..., o por cosas (peleas tontas).
Es bueno pedir al señor pero pide con humildad "si tu quieres... curame"